La startup biotecnológica con raíces en Cornell desarrolla un implante que podría eliminar la necesidad de inyecciones y medicamentos inmunosupresores.
El Centro de Ciencias de la Vida (CLSV) de la Universidad de Cornell ha incorporado a su incubadora a Persista Bio, una prometedora startup biotecnológica que busca alcanzar una meta que ha cautivado a científicos durante décadas: tratar la diabetes tipo 1 sin inyecciones diarias, bombas de insulina ni fármacos inmunosupresores.
Si la tecnología de Persista demuestra su eficacia en humanos, las implicaciones serían profundas: un implante capaz de restaurar la producción natural de insulina sin provocar rechazo inmunológico, mejorando la calidad de vida de millones de pacientes y reduciendo costos a largo plazo.
Una alianza científica con base en Cornell
Persista Bio fue cofundada por Linda Tempelman, Ph.D. ’93, y Minglin Ma, profesor de ingeniería biológica y ambiental en la Facultad de Agricultura y Ciencias de la Vida de Cornell, cuyo laboratorio desarrolló la tecnología de encapsulación que sustenta el proyecto.
Tempelman y su equipo en Giner Life Sciences habían creado previamente una tecnología de oxigenación que resultó ser el complemento perfecto. Ambas innovaciones se unieron en 2021, dando origen a un sistema que ha mostrado resultados prometedores en modelos animales.
Fundada en 2023, Persista Bio se encuentra en etapa preclínica, pero ya se perfila como uno de los actores más importantes en el campo de la terapia celular encapsulada, según Ying Yang, directora interina del CLSV.
Su principal innovación, la plataforma O2Line™, combina dos ideas clave: la encapsulación protegida de células productoras de insulina y un sistema de oxigenación continua que mantiene dichas células vivas y funcionales a largo plazo.
“Con otras tecnologías, las células pueden funcionar, pero el sistema de entrega no —ese es el cuello de botella. Persista ofrece una solución real a ese desafío”, explicó Yang.
Cómo funciona el sistema O2Line™
Los pacientes con diabetes tipo 1 dependen actualmente de inyecciones o bombas de insulina y deben monitorear constantemente su glucosa, aun con el riesgo de complicaciones como daño renal, pérdida de visión o enfermedades cardiovasculares.
Persista busca romper ese ciclo con una combinación de biotecnología y microingeniería. Su sistema utiliza una cápsula nanofibrosa que protege las células implantadas del ataque inmunológico, permitiendo el paso libre de nutrientes e insulina.
A esto se suma un generador electroquímico de oxígeno implantable, licenciado de Giner Inc., que suministra oxígeno directamente a las células. En estudios publicados en Nature Communications en agosto, el equipo demostró que su sistema revirtió la diabetes en ratas sin necesidad de inmunosupresión.
“Encapsulamos las células con una membrana especial que el cuerpo no rechaza”, explica Tempelman. “Así eliminamos la necesidad de medicamentos inmunosupresores, lo que abre esta terapia a la mayoría de las personas con diabetes tipo 1”.
Apoyo institucional y financiamiento
Persista Bio ha recibido dos subvenciones de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos. Una de ellas, por 2.1 millones de dólares, proviene del National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases y permitirá realizar pruebas en modelos animales grandes, validar el dispositivo en minicerdos y avanzar en su fabricación bajo estándares GMP.
El proyecto cuenta además con la mentoría de Ying Yang y con la dirección técnica de Beum Jun Kim, Ph.D. ’04, vicepresidente de ingeniería de Persista.
Más allá de la diabetes
Aunque la meta inicial es transformar el tratamiento de la diabetes tipo 1, la tecnología O2Line™ podría aplicarse también a otras enfermedades dependientes de terapias celulares, como trastornos metabólicos, deficiencias enzimáticas, enfermedades inflamatorias o dolor crónico.
Durante los próximos dos años, la empresa planea completar estudios en animales grandes, construir su prototipo humano y avanzar hacia ensayos clínicos.
De tener éxito, Persista Bio no solo validaría su tecnología, sino que también abriría el camino a alianzas con farmacéuticas o empresas de dispositivos médicos para llevar su sistema al mercado —un paso que podría cambiar para siempre el tratamiento de la diabetes y otras enfermedades crónicas.