En México, un grupo de científicos está llevando la biotecnología a un terreno poco explorado: usar inteligencia artificial para imitar el sistema inmunológico de los tiburones. La idea no es ciencia ficción. La está desarrollando Narval, una startup fundada por el ingeniero químico José Luis Nuño, que diseña proteínas sintéticas capaces de funcionar como anticuerpos. El proyecto busca acelerar el desarrollo de fármacos y reducir su costo de producción.

Los tiburones tienen un tipo de anticuerpo diminuto y extremadamente eficiente. Narval entrenó modelos de IA para simular cómo reaccionaría ese sistema inmune frente a una enfermedad humana. Con esa información genera versiones sintéticas, mucho más pequeñas que un anticuerpo convencional. La empresa las llamó Anticuerpos Miméticos de Proteínas. Su tamaño, unas cuarenta veces menor al de un anticuerpo monoclonal, permite explorar formatos de administración distintos a las inyecciones, como aerosoles o inhaladores.

Nuño resume la apuesta de forma simple: si se pueden diseñar anticuerpos en minutos, también se puede responder más rápido a enfermedades nuevas. El proceso tradicional para desarrollar un fármaco implica años de pruebas y millones de dólares. La IA busca reducir ese tiempo sin comprometer el rigor científico. Para un país con presupuestos limitados en investigación, ese cambio tiene un peso estratégico.

Narval no es la única empresa mexicana explorando el cruce entre inteligencia artificial y salud. En el foro Mentes en Acción, organizado por la Secretaría de Economía, startups como Plenna y Thermy compartieron proyectos donde la tecnología no sustituye la práctica médica, sino que intenta hacerla más accesible y menos desigual.

Plenna trabaja desde otro ángulo. Es una femtech que combina clínicas presenciales y una aplicación móvil para gestionar expedientes ginecológicos. Su cofundadora, la ingeniera biomédica Giovanna Abramo, explica que el objetivo es evitar que las mujeres repitan su historial clínico en cada consulta. La IA ordena estudios, resume información relevante y ayuda a las médicas a tomar decisiones con más claridad. No reemplaza el diagnóstico. Facilita el contexto.

Thermy opera en una línea distinta: detección temprana de cáncer de mama mediante análisis térmico. Su software interpreta patrones en imágenes captadas por sensores infrarrojos y genera alertas para que el personal médico dé seguimiento. El sistema es especialmente útil en mujeres jóvenes, que por edad suelen ser excluidas de estudios tradicionales. Su fundador, Luis Enrique Hernández, insiste en un punto delicado: para que estas herramientas funcionen se necesita regulación clara sobre el uso de datos clínicos. La tecnología avanza, pero las normas todavía no.

El común denominador de estas iniciativas es la misma inquietud. La IA no se presenta como un reemplazo de la medicina, sino como un recurso para reducir tiempos, costo y fricción en el sistema de salud. En un país donde el cáncer de mama sigue detectándose tarde y los procesos de atención son lentos, cualquier avance que reduzca barreras puede significar una diferencia real para las pacientes.

México suele aparecer en la conversación tecnológica por su industria de software o por la adopción de modelos de negocio importados. Esta vez ocurre lo contrario. Con Narval, Plenna y Thermy, la innovación nace de un problema local y apunta a un impacto global. La ciencia se alimenta de la naturaleza, la tecnología ayuda a escalarla y la salud pública se convierte en el terreno donde se mide si la innovación sirve o solo promete.

Fuente: https://elpais.com/america-futura/2025-11-03/inteligencia-artificial-que-replica-el-sistema-inmune-de-los-tiburones-mexico-innova-en-biotecnologia.html

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